La década perdida
“Oficial Chino disfrutando algunas frutas”. Beijing, 2008 © Pedro Meyer
Hoy en la mañana leí en el periódico Reforma (publicado en la ciudad de México) que el gobierno Chino acaba de anunciar la construcción de una nueva planta de automóviles en México. Esta noticia se da a conocer al mismo tiempo que otras empresas automotrices en distintas partes del mundo están sufriendo para sobrevivir.
Lo que esto me dice, es que la mala fortuna de algunos, no necesariamente debe de ser la de todos. De hecho la economía china, aún al día de hoy, continúa creciendo. Aun cuando sus exportaciones se han visto reducidas, el producto interno bruto crece a un ritmo de 6.5%. Esto lo han logrado al estimular sus mercados internos. Hay, según mi manera de ver, una diferencia fundamental entre lo que pasa en China y lo que pasa en el resto del mundo: los paquetes de estímulo financiero que el gobierno chino está ofreciendo para ayudar a su economía están financiados por ellos mismos, y no como en Estados Unidos, cuyo financiamiento proviene básicamente de los chinos.
Hagamos una proyección hacia el futuro. Pensemos que cuando termine la crisis financiera, los chinos habrán no sólo crecido considerablemente más que los países de Occidente, pero además no tendrán deuda externa. Mientras los países occidentales van a tener que pagar poco a poco la deuda acumulada durante estos tiempos difíciles, y tendrán que trabajar adicionalmente para reducir los déficits acumulados hasta entonces. Esto puede tomar hasta una década en resolverse. Llamaré a este periodo «La Década Perdida» (Perdida ante los chinos, por supuesto).
Recuerdo al principio de la era digital, cuando aún estábamos trabajando con Photoshop 1 y 2, tenía un amigo, un colega que me ayudaba con la impresión de mis hojas de contactos. Esto era justo en el momento en el que los cambios que llevaron a la revolución digital se empezaban a vislumbrar. Jonathan Reff, mi colega, comenzó un negocio de consultoría a fotógrafos que quisieran aprender sobre las nuevas herramientas que comenzaban a aparecer y que marcaban ya un cambio de paradigma en la fotografía. Entre los interesados se encontraba un fotógrafo que en ese momento, probablemente era el fotógrafo más importante para la industria automotriz.
Sus fotografías eran una leyenda. Hacía todos los esfuerzos necesarios para tomar la foto en el momento preciso que el sol se metía por el Océano Pacífico en la playa de Malibu. Los costos de imágenes como éstas eran de tres dígitos. Tomaba las fotos con una cámara de 8×10 pulgadas, que obviamente usaba película. La producción de estas imágenes era tan compleja que requería de un ejército de asistentes, iluminación y muchos autos, al estilo de una enorme producción hollywoodense.
Recuerdo que Jonathan le sugería a este fotógrafo que empezara a conocer las nuevas herramientas digitales que hacían posible reducir los costos de sus magnas producciones fotográficas. Lamentablemente, él creía que no era necesario aprender nada nuevo, pues lo que hacía, lo hacía ya tan bien como se podía hacer, así que no escuchó las recomendaciones de Jonathan.
Simplemente se le olvidó que habían muchísimos otros fotógrafos que estaban listos y dispuestos a aprovechar la oportunidad y ofrecer las mismas imágenes por una tercera parte de lo que él cobraba. Lamentablemente el cliente de Jonathan perdió competitividad y finalmente quebró y perdió su negocio. Esto ocurrió a principios de los noventas.
Es interesante destacar que dos de los clientes de dicho fotógrafo eran General Motors y Chrysler. Estas empresas a su vez no parece que registraron el mensaje tampoco, y siguieron produciendo autos de la misma manera que este fotógrafo producía imágenes, con unos gastos de producción gigantescos y con poco interés en los cambios tecnológicos que requieren de una nueva visión.
Menciono todo esto por que muchas escuelas de fotografía alrededor del mundo, siguen preparando a sus estudiantes con tecnologías que correspondían a la era analógica. Yo en lo personal no tengo ningún problema por las preferencias que alguien pueda tener por métodos antiguos, siempre y cuando estén al tanto de que no podrán ser competitivos en el mercado actual. Ahora bien, si eres alguien que va a la escuela para aprender y prepararse para el futuro, para ganarse la vida, es mejor que estés consciente de que el mundo está cambiando tecnológicamente de manera constante, incluso mientras lees estas palabras.
Sí, yo sé que la fotografía no es únicamente utilitaria, sino una herramienta para la expresión artística también, o viceversa. Pero aún nuestros colegas más renuentes al cambio, y quienes se ven a sí mismos como artistas bajo esquemas tradicionales, tendrán que que admitir que la distribución de su trabajo estará inevitablemente ligado en algún momento a nuevas tecnologías. Incluso, aquellos que pintan sólo con los dedos se encuentran ya mostrando sus creaciones a través del internet.
«La década perdida» no tiene por que pasarte a ti también.
Pedro Meyer
Marzo 2009
Coyoacán, Ciudad de México