FOTOGRAFÍO PARA RECORDAR

Fotografío para recordar es un registro personal y conmovedor, concebido por Pedro Meyer como un homenaje a sus padres. El artista recupera instantes vividos a fines de los años ochenta, y mediante este trabajo no solo revela su historia de amor, sino también la perspectiva de un hijo ante la partida inminente y la despedida de seres tan cruciales. Esta obra profundamente personal nace de su anhelo de revisar los recuerdos captados con la cámara para comprender plenamente la experiencia.

En 1991, por invitación de Bob Stein, cofundador de Voyager Company, Meyer se encontraba desarrollando Verdades y ficciones, la primera representación audiovisual artística en formato CD-ROM. Un mes después, de regreso en Los Ángeles, le mostró al empresario las fotografías de sus padres que había tomado durante los últimos años. Al ver estas imágenes, Stein le pidió que detuviera el proyecto inicial para enfocarse de lleno en la producción de Fotografío para recordar.

La etapa de exploración de este innovador ensayo fotográfico constó de apenas 30 copias en CD-ROM. No obstante, fue tal el éxito, que terminaron por hacerse más de 80 mil reproducciones, distribuidas en distintas partes del mundo.

Meyer combinó la imagen fija con el sonido estereofónico continuo. Posteriormente, editó las imágenes junto con su propia narración oral y música de Manuel Rocha. El resultado fue una pieza íntima, realizada con una herramienta hasta ese momento inimaginable para un propósito semejante.

El artista nos comparte una interesante reflexión sobre cómo logró estas imágenes tan sensibles y capaces de transmitir toda clase de sentimientos:

 

A menudo me preguntan cómo logré fotografiar a mis padres de la manera como lo hice. Suelo responder que para ello me planteé interrogantes sobre la privacidad y la intimidad, e incluso cuestioné mi decisión de estar presente con una cámara en momentos tan personales.


“Lo que probablemente ignoran quienes preguntan es que siempre he fotografiado a mi familia. Poco a poco, la cámara se convirtió en un instrumento omnipresente y casi invisible a lo largo de nuestra convivencia. Además, siempre existió un alto grado de confianza entre nosotros.


“Con el tiempo he llegado a apreciar un aspecto decisivo: mis padres nunca intentaron controlar las fotografías. En muchos sentidos, este es un testimonio de su franqueza, ya que jamás buscaron ocultar o disimular algo. De hecho, mi madre fue siempre escéptica en cuanto a posar de cierta manera o ‘quererse ver bien para la foto’.

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