De izq. a der. Pablo Cabado, Pedro Meyer, Gabriel Orozco, Manuel Rocha, Mauricio Rocha. (1985)

Taller de los lunes

A partir del sismo de 1985, Pedro Meyer impartió una serie de talleres gratuitos en su casa y estos posteriormente se trasladaron a la Casa de la Fotografía del CMF. Los talleres — impartidos los días lunes — fueron un lugar de reunión y de aprendizaje para un grupo de jóvenes artistas que iban adentrándose en el medio. Algunos de ellos fueron Gabriel Orozco, Tatiana Parcero, el Chivo Lubezki, Santiago Negrete, Ana Casas Broda, Oscar Necoechea, Bela Limenes, Eniac Martinez, Manuel y Mauricio Rocha, Rubén Ortíz , entre otros.

Además, en el Taller de los lunes acudieron grandes figuras de la fotografía y del arte mexicano y extranjero como Gilles Peress, Miguel Rio Branco, Fred Ritchin, Pablo Ortiz Monasterio, Guillermo Gomez Peña, Sebastián Salgado, etc. En el taller se trabajaba siempre de manera crítica, con discusiones interesantes y fructíferas. No se enseñaba nada técnico, sino que se trabajaba la visión y las ideas de los integrantes.

El papel de Pedro Meyer en el Taller de los lunes consistió en ser una especie de puente entre un maestro y un tutor. En el taller, los miembros presentaban al grupo su trabajo fotográfico para ser discutido, cuestionado, criticado, todo a fin de motivar en cada uno la creación y producción de su propia narrativa y lenguaje fotográfico. Pedro incitaba a los participantes a trabajar y producir, se preocupaba por las inquietudes personales que cada uno tuviera en torno a la imagen, los cuestionaba y motivaba a pensar qué era lo que se quería de su trabajo, cuál era el camino a seguir, siempre asumiendo la reflexión como una parte fundamental del quehacer artístico, a la par de la parte técnica.

La virtud de Pedro en el Taller de los Lunes, fue encauzar a este grupo de artistas en una reflexión sobre su propia obra e imágenes y las de sus compañeros, plantando una semilla que se instaló en una generación de artistas que a la fecha sigue activa y produciendo obras. El Taller de los lunes acogió a una nueva generación de artistas y actores de diversas profesiones, siendo un espacio para la exploración y el aprendizaje. Dió nombre a otros talleres, como al de los viernes en casa de Gabriel Orozco (formado por cuatro artistas jóvenes e invitados), el taller de los martes (en honor a Pedro Meyer) porque los lunes tenía terapia, de Marcos López en Argentina,o el taller de los martes, un espacio que dirigió Pedro Meyer en su Fundación con nuevas generaciones, desde hace ya varios años.

Además, a el Taller de los Lunes acudieron grandes figuras de la fotografía y del arte mexicano y extranjero como Gilles Peress, Miguel Rio Branco, Fred Ritchin, Pablo Ortiz Monasterio, Guillermo Gomez Peña, Sebastián Salgado, etc. En el taller se trabajaba siempre de manera crítica, con discusiones interesantes y fructíferas. No se enseñaba nada técnico, sino que se trabajaba la visión y las ideas de los integrantes.

El papel de Pedro Meyer en el Taller de los Lunes consistió en ser una especie de intermedio entre un maestro y un tutor. En el taller, los miembros presentaban al grupo su trabajo fotográfico para ser discutido, cuestionado, criticado, todo a fin de motivar en cada uno la creación y producción de su propia narrativa y lenguaje fotográfico. Pedro instaba a los participantes a trabajar y producir, se preocupaba por las inquietudes personales que cada uno tuviera en torno a la imagen, los cuestionaba y motivaba a pensar qué era lo que se quería de su trabajo, cuál era el camino a seguir, siempre asumiendo la reflexión como una parte fundamental del quehacer artístico, a la par de la parte técnica.

La virtud de Pedro en el Taller de los Lunes, fue encauzar a este grupo de artistas en una reflexión sobre su propia obra e imagenes y las de sus compañeros, plantando una semilla que se instaló en una generación de artistas que a la fecha sigue activa y produciendo obras. El Taller de los Lunes acogió a una nueva generación de artistas y actores de diversas profesiones, siendo un espacio para la exploración y el aprendizaje. Dió nombre a otros talleres, como al de los viernes en casa de Gabriel Orozco (formado por cuatro artistas jóvenes e invitados), o el taller de los martes, un espacio que dirigió Pedro Meyer en su Fundación con nuevas generaciones, desde hace ya varios años.